lunes, 10 de octubre de 2011

La revolución Industrial

A través de las fuentes primarias y secundarias que se presentan a continuación buscaremos dar respuesta a las siguientes interrogantes guía.

  1. ¿Por qué en Inglaterra? ¿Por qué en el S. XVIII?
  2. Del "domestic system" a la fábrica.
  3. ¿Cómo eran las nuevas condiciones laborales en la fábrica?
Teniendo en cuenta las conclusiones acordadas en torno a cada una de estas preguntas, propongo reflexionar en torno al concepto de Revolución Industrial. ¿Fue una revolución?

1. Por qué Inglaterra

“[…] Fue probablemente el acontecimiento más importante de la historia del mundo y, en todo caso, desde la invención de la agricultura y las ciudades. Y lo inició Gran Bretaña. Lo cual, evidentemente, no fue fortuito."

HOBSBAWN, E. La era de las revoluciones.


 



2. Del domestic system a la fábrica

"El algodón entonces era siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en bala, a las mujeres de los hiladores, que lo escaldaban, lo repulían y dejaban a punto para la hilatura, y podían ganar ocho, diez o doce chelines a la semana, aun cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad nadie está empleado así, porque el algodón es abierto por una máquina accionada a vapor, llamada el “diablo”; por lo que las mujeres de los hiladores están desocupadas, a menos que vayan a la fábrica durante todo el día por pocos chelines, cuatro o cinco a la semana, a la par que los muchachos.

En otro tiempo, si un hombre no conseguía ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba; y podía hacerse aceptar en otra parte. Pero pocos años, han cambiado el aspecto de las cosas. Han entrado en uso las máquinas de vapor y para adquirirlas y para construir edificios para contenerlas junto con seiscientos o setecientos brazos, se requieren grandes sumas de capitales. La fuerza-vapor produce un artículo más comerciable (aunque no mejor) que el que el pequeño maestro artesano era capaz de producir al mismo precio: la consecuencia fue la ruina de éste último, y el capitalista venido de la nada se gozó con su caída, porque era el único obstáculo existente entre él y el control absoluto de la mano de obra (...)."

RECUERDOS DE UN HILADOR. Citado por Valerio Castronovo. La revolución industrial.

“El obrero artesano, en general, comparte su trabajo con el maestro. Hay entre ellos relaciones de igualdad. Algunas veces son amigos. Su trabajo, tal vez de más difícil ejecución que el nuestro, tiene el aliciente de la variedad y el atractivo de la aprobación de los demás. Nuestro trabajo se verifica bajo opuestas condiciones. Metidos en cuadras donde impera una severa disciplina, parecemos un rebaño de esclavos sujetos a la vara del señor. Colocados juno a las máquinas, somos servidores de éstas. Desde las cinco de la mañana hasta las siete y media de la tarde siempre hacemos lo mismo. Para nosotros, lejos de ser el fabricante nuestro igual, es el ojo vigilante y el espía de nuestras acciones. Nunca trabajamos bastante. Siempre descontento de nosotros, no podemos menos de ver en él nuestro tirano.”


Escrito de un obrero (26 de junio de 1856). Extraído de “Los hiladores de Barcelona”, en Historia de España, Ed. Labor, Vol. VIII.

“1º: Muchos objetos necesarios para la vida -vestidos, alimentos, muebles, útiles- eran fabricados en el marco familiar, especialmente en el medio rural. 2º: El artesano trabajaba sólo o con un número muy reducido de obreros, raras veces más de cinco. Este artesano podía ser libre o bien estar sometido a los reglamentos de las corporaciones o gremios (...) 3º: El capitalismo aparece en (...) la organización del mercader-empresario...(que) proporcionaba a los obreros trabajando en sus domicilios la materia prima y algunas veces los instrumentos de trabajo; más tarde iba a recoger el trabajo realizado y lo venía en su provecho después de haber pagado un salario fijo al obrero, campesino o ciudadano (...)”
J. A. Lesourd y C. Gérard. Historia Económica Mundial

“La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro… en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, están organizados en forma militar. Como soldados… de la industria, están colocados bajo la vigilancia de una jerarquía completa de oficiales y suboficiales. 


Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve depreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.”
C.Marx y F. Engels. Manifiesto del partido comunista, 1848.

Las primeras ciudades industriales 

“Era una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían sido colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal como estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el pintado rostro de un salvaje. Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas, de donde salían sin descanso interminables serpientes de humareda, que se deslizaban por la atmósfera sin desenroscarse nunca del todo. (…) Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían entre sí, y de infinitas callejuelas aún más parecidas unas a otras, habitadas por gentes que se parecían igualmente, que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era idéntico al anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le había precedido y del que iba a seguirle”.
Charles Dickens. Tiempos difíciles.

“Toda gran ciudad tiene uno más “barrios feos” en los cuales se amontona la clase trabajadora. A menudo, a decir verdad, la miseria habita en callejuelas escondidas, junto a los palacios de los ricos; pero en general, tiene su barrio aparte, donde, desterrada de los ojos de la gente feliz, tiene que arreglarse como pueda.

En Inglaterra estos barrios feos están más o menos dispuestos del mismo modo en todas las ciudades; las peores casas están en la peor localidad del lugar: por lo general, son de uno o dos pisos, en largas filas posiblemente con los sótanos habitados, o instalados irregularmente. Estas casitas de tres o cuatro piezas y una cocina, llamadas cottages, son en Inglaterra y con excepción de una parte de Londres, la forma general de la habitación de toda la clase obrera. En general las calles están sucias, llenas de restos de animales y vegetales, sin canales de desagüe (…)”
F. Engels. La situación de la clase obrera en Inglaterra.


“Nos condujeron a un estrecho y cerrado patio, donde nunca brillaba el sol.  Después pasamos por la orilla de una cloaca malolienta. A la luz, el agua era de color verdoso como el del té cargado. Era más parecida a un barro acuoso que a agua turbia, y sin embargo nos dijeron que era la única que los desgraciados tenían para beber. Mientras contemplábamos el pozo con horror observamos cómo las cañerías y desagües vaciaban en él su repugnante contenido. Y oíamos a los niños que se bañaban allí. En este espantoso lugar nos llevaron a una casa donde un niño había muerto de cólera. Preguntamos si realmente había bebido de aquella agua. La respuesta fue “tenemos que beber de esa zanja cuando no podemos mendigar o robar un cubo de agua del río Támesis.”

Mayhew, Henry. Vida y trabajo de los habitantes de Londres, 1861. 


3. Las nuevas condiciones laborales en la fábrica 
 
“En todo trabajo a gran escala y en la coordinación de cualquier número importante de trabajadores se deben procurar el buen orden y la armonía como los fundamentos para el éxito y, por lo tanto, las siguientes reglas deberán ser observadas estrictamente:

1. La jornada laboral normal empieza, en todas las épocas del año, a las 6 a.m. en punto y termina (…) a las 7 p.m., y debe ser estrictamente acatada. Los trabajadores que lleguen 2 minutos tarde perderán media hora de salario; quienes lleguen más de dos minutos tarde no podrán empezar a trabajar sino hasta después de la siguiente pausa; (…) se les descontará su salario hasta ese momento. Cualquier discusión respecto a la hora correcta se hará frente al reloj montado sobre la caseta del guarda

3. Ningún trabajador (…) puede retirarse antes de que acabe la jornada laboral sin antes haber recibido el permiso del supervisor y habiendo dado su nombre al guarda. La omisión de estos dos actos conllevará una multa.

6. Ningún trabajador puede abandonar su puesto de trabajo por ninguna razón que no esté relacionada con su trabajo.

7. La plática entre compañeros trabajadores está prohibida; si algún trabajador requiere información sobre su trabajo debe preguntarle al supervisor o al compañero trabajador designado para tal propósito.

8. Las funciones naturales deben hacerse en los lugares adecuados; a quien se sorprenda ensuciando paredes, bardas, patios, etc. e igualmente a quien se sorprenda lavándose la cara y las manos en el taller y no en los lugares asignados para tales propósitos, se les multará…

12. Está de más decir que todos los oficiales y supervisores de la compañía deberán ser obedecidos sin objeciones y tratados con absoluto respeto. La desobediencia será castigada con el despido.”

REGLAS DE LA FÁBRICA. Talleres de fundición e ingeniería de la Compañía Real de Comercio Ultramarino, Berlín, 1844.

 “Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano visité tres fábricas algodoneras con el Dr. Clough de Preston y con el Sr. Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos en cuenta la temperatura del aire y su contaminación no puedo llegar a concebir como los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo período de tiempo."

Declaraciones efectuados por el Dr. Ward de Manchester en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles, 1819.


“En esta fábrica trabajan mil quinientas personas, y más de la mitad tienen menos de quince años. (…) El trabajo comienza a las cinco y media de la mañana y termina a las siete de las tarde, con altos de media hora para el desayuno y una hora para la comida. (...). Cuando estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los trabajadores cuando abandonaban la fábrica. Los niños, en su casi totalidad, tenían aspecto enfermizo; eran pequeños, e iban descalzos. Muchos parecían no tener más de siete años. Los hombres en su mayoría de dieciséis a veinticuatro años, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las mujeres eran las de apariencia más saludable, aunque no vi ninguna de aspecto pleno (...). Aquí vi, o creí ver, una raza degenerada, seres humanos debilitados (…), hombres y mujeres que no llegarán a ancianos, niños que nunca serán adultos sanos. Era un espectáculo miserable (...)”

Charles Turner Thackrah. Los efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad. 1832.


 El trabajo de los niños


“ Samuel Downe, edad 29, trabajador de fábrica que vive cerca de Leeds; a la edad de 10 años comenzó a trabajar en los molinos del Sr. Marshall en Shrewsburry, donde las horas normales de trabajo eran generalmente de 5 a.m a 8 p.m., algunas veces de 5:30 a.m a 8 o 9 p.m.

-         ¿Qué medios se empleaban para mantener a los niños despiertos y vigilantes, especialmente al final de un día de trabajo como lo ha descrito?

-    Generalmente había un silbato o una bofetada o un golpe con una correa o, a veces, con la mano. 

-   ¿Alguna vez fuiste azotado?

-     Sí, varias veces, hasta que ya no pude soportar sentarme en una silla sin almohadas, y después de eso me fui. Fui golpeado en ambas piernas y luego me pusieron en la espalda de un hombre y me golpearon y me amarraron con dos correas a una columna y me azotaron y todo lo hizo un vigilante; después tomó la cuerda de un remolque y la puso en mi boca y la amarró atrás de mi cabeza.
-    
      ¿Te amordazó?
-          
       Sí, y luego me ordenó correr alrededor de la maquinaria que estaba vigilando y se paró de un lado, y cada vez que pasaba cerca de él me golpeaba con una vara (…) que generalmente traía consigo, y algunas veces me pegaba y otras no. 


-   ¿Te han golpeado con extraordinaria severidad?
-     
       Sí, una vez me golpearon tanto que no tenía fuerzas para llorar o hablar.
-    
      ¿Qué edad tenías?
-     
       Entre 10 y 11 años.
Reporte del Comité de Sadler, 1832.





Los comedores de patatas. 1885. Vincent Van Gogh.

El vagón de tercera clase. 1862. Honoré Daumier.