miércoles, 21 de septiembre de 2011

La Revolución Industrial a través de los testimonios


 LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. 
Las condiciones de trabajo de los obreros


TEXTO 1
“La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro… en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, están organizados en forma militar. Como soldados… de la industria, están colocados bajo la vigilancia de una jerarquía completa de oficiales y suboficiales.

Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve depreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.”

C.Marx y F. Engels. Manifiesto del partido comunista, 1848.

TEXTO 2
“Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano visité tres fábricas algodoneras con el Dr. Clough de Preston y con el Sr. Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos en cuenta la temperatura del aire y su contaminación no puedo llegar a concebir como los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo periodo de tiempo."

Declaraciones  del Dr. Ward de Manchester en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles, 1819.

TEXTO 3

“En esta fábrica trabajan mil quinientas personas, y más de la mitad tienen menos de quince años. La mayoría de los niños están descalzos. El trabajo comienza a las cinco y media de la mañana y termina a las siete de las tarde, con altos de media hora para el desayuno y una hora para la comida. Los mecánicos tienen media hora para la merienda, pero no los niños ni los otros obreros (...). Cuando estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los trabajadores cuando abandonaban la fábrica a las doce de la mañana. Los niños, en su casi totalidad, tenían aspecto enfermizo; eran pequeños, enclenques e iban descalzos. Muchos parecían no tener más de siete años. Los hombres en su mayoría de dieciséis a veinticuatro años, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las mujeres eran las de apariencia más saludable, aunque no vi ninguna de aspecto lozano (...). Aquí vi, o creí ver, una raza degenerada, seres humanos achaparrados, debilitados y depravados, hombres y mujeres que no llegarán a ancianos, niños que nunca serán adultos sanos. Era un triste espectáculo (...)”

Charles Turner Thackrah. Los efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad. 1832.

TEXTO 4
 
“Tenía yo 7 años cuando empecé a hilar lana en una fábrica. La jornada de trabajo duraba desde las cinco de la mañana hasta las 8 de la noche, con un único descanso de treinta minutos a medio día para comer.
Teníamos que tomar la comida como pudiéramos, de pie o apoyados de cualquier manera. Así pues, a los siete años yo realizaba catorce horas y media de trabajo efectivo.
En aquella fábrica había alrededor de cincuenta niños, más o menos de mi edad, que con mucha frecuencia caían enfermos. Cada día había al menos media docena de ellos que estaban indispuestos por culpa del excesivo trabajo.”

Fragmento del relato de un obrero hecho ante una comisión de trabajo en las industrias, que se realizó en Inglaterra en el año 1832

TEXTO 5

"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me enseñan a rezar (...) He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la tierra y no sé por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la mina"

Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.

TEXTO 6

"Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano visité tres fábricas algodoneras con el Dr. Clough de Preston y con el Sr. Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos en cuenta la temperatura del aire y su contaminación no puedo llegar a concebir como los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo periodo de tiempo."

Declaraciones del Dr. Ward de Manchester en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles en marzo de 1819
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TEXTO 7

“Las influencias desfavorables, en los obreros, del trabajo de la fábrica son: 1. La desagradable necesidad de constreñir sus esfuerzos intelectuales y físicos a un paso igual al del movimiento de la máquina (...) 2. La persistencia en una posición recta, por espacios de tiempo demasiado largos (...) 3. La privación del sueño por la larga jornada de trabajo (...) Los locales de trabajo, frecuentemente, son bajos, deprimentes, polvorientos y húmedos, el aire impuro, la atmósfera recalentada, y continua transpiración (...) El muchacho de la fábrica no tiene un momento libre fuera del destinado a almorzar, y sólo entonce sale al aire libre (...)”

F. Engels. La situación de la clase obrera. (Informe del Dr. D. Barry). 1845.

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